Alan se calzó las botas, abandonó su
paraguas roto en una esquina y comenzó a caminar. Se resignó a la
idea de que no era impermeable pero tarde o temprano se secaría.
Comenzó a dar grandes pasos y luego a saltar para evitar los charcos
pero el agua bajo sus pies era cada vez mas abundante. Pasó de ser
un vasto espejo que podía albergar a las ineludibles nubes grises, a
recibir la sublime proyección nocturna con todos sus astros. Aquel
charco se había convertido en un bestial obstáculo que reflejaba
enteramente a la Luna, y él estaba decidido a cruzarlo. La mitad de
su torso estaba sumergido y el resto totalmente mojado, adentró su
cabeza para ver que era lo que pisaba pero las aguas lo succionaron
antes de que pudiese abrir los ojos, sintió como el oxigeno se
desvanecía en forma de burbujas, fue digerido y finalmente escupido
de vuelta al suelo, pero ya no estaba en la Tierra, se encontraba
mucho mas lejos, fuera de la atmósfera,
había pisado la superficie lunar.