Pasada una vida con gran desilusión, en la ventana llueve.
Goza de un puñado de sal y una perla escondida en sus ojos.
Al hacerle caso a un sueño se vio atrapada en un vacío sin opciones. Entonces, en un charco de vergüenza, le preguntó a su reflejo: "¿Tiene usted tiempo para la belleza?" La rabia contenida en aquella pregunta, escupía hielo y tragaba fuego.
Y en sus recelos buscaba una minúscula gota de inocencia.
Allí, donde se halla el arsénico y la miel se vuelve amarga, 7 veces renunció a seguir remando contra el desvarío.
Antes de caer, luego de sollozar un par de cánticos absurdos, su reflejo contestó: "Para sanar, hay que colgarse al pecho una palabra".