jueves, 30 de mayo de 2013

Desquite

Quiero apretarte entre mis brazos hasta que te crujan las costillas y la presión sangre por tus orejas. Quiero partirte las piernas, quiero arrastrarte de los pelos de la nuca hasta el otro lado del salón. Quiero verte llorar y oir tus gritos, que empiezan como súplicas y se van tornando en aullidos.
Deseo rasgar tu remera, agarrarte y levantarte de la piel del pecho hasta apoyar contra el suelo los huesos que te dieron pie. Deseo sacar del banco las maderas y estamparte las manos, con los herrumbrados clavos, contra la pared hasta que te sostengas.
Quiero calentar mi encendedor y quemarte el vientre una y otra y otra vez, y cuando ya no lo sientas, quemarte los ojos con la llama viva.
Deseo arrancarte la piel de la cara y masticar con hambre la carne que alguna vez te hizo sonreir como odio que sonrías. Deseo cortarte la garganta con el cuchillo que me acompaña desde hace tanto, desde chiquito,  hasta que la sangre fluya de tu cuello hasta mi boca.
Lo más importante de todo, es que deseo mantenerte vivo hasta el final, para que sufras, para escucharte gritar.

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