¿Alguna vez se pusieron a pensar en los trenes? Hoy en dia, a la imagen
del tren le falta problematizacion. Estamos muy acostumbrados. Pero no
es sencillo mirar un tren. Por las vias es fugaz y lejano. En las
estaciones, al contrario, demasiado inmovil y excesivamente cerca. El
lugar, por lo tanto -asumiendo que hablamos de la imagen exterior- es
sin lugar a dudas la terminal. Un tren en la terminal es la muerte y
resurrecion de un tren. Alli se lo ve ni de muy lejos ni de muy cerca.
Parece haber dos posibles imagenes del tren. Jugando a pensar en
otra sociedad -de otro planeta, de otro tiempo, diferente- imaginemos
los extremos:
Por un lado, los trenes viejos. Oxido asomando en las esquinas
resquebrajadas, de las grietas de su pintura. De metal opaco, con el
brillo desgastado de lluvia y años. Ventanas de otra epoca, moho, y
ruido. ¡Ruido! Un rugir de garganta cavernosa y aspera, como un titanico
animal de carga, brutal, y brutalmente domesticado. Tranquilo, pero
capaz de provocar una catastrofe en cualquier segundo.
Por otra parte, existen los trenes nuevos. Doblemente imparables
que los trenes trenes viejos, debido a su incontrolable velocidad.
Silenciosos, exactos, temerarios, precisos. Un haz de luz, un zumbido, y
cientos de hombres y mujeres aparecen de dentro de cabinas
futuristicas. Capaces de invadir y hacer desaparecer una provincia
entera en un solo viaje. Muestra un nivel de seguridad en la tecnologia
propia que aterroriza la imaginacion y nos haria desconfiar
profundamente de nuestros avances, extraterrestes, o atemporales.
El hombre se aterroriza ante la idea de civilizaciones
destructoras de otro planeta, de otro continente, de otra region. No
obstante, jamas piensan estos hombres en su propio potencial. Siempre
los invasores superan en numero, tecnologia y conocimientos, y solo un
heroe diferente al resto puede salvar al mundo. ¿Alguna vez alguno de
estos hombres se puso en la piel de un extraño viendo por primera vez a
los trenes entonando su rugido metalico? La ambicion, la capacidad, la
inteligencia, el poder, la aceptacion del salvajismo del hombre, aplasta
todo a su paso, bajo las ruedas de los trenes.
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