Con los ojos cerrados
los hermanos, sentidos, se extasían
perciben el máximo, perciben el todo.
El polvo en el fondo de la taza de té, las manos sin querer entrelazadas
y la sorpresa en las bocas atenta.
La espera de saber enreda a algunos,
despierta a otros y enjaula al torpe
que no puede ver sin ver.
El polvo en el fondo de la taza de té, inmóvil por siglos cuenta las historias del desuso y del olvido. Cuando el recuerdo se hizo presente por necesidad y se sintió herido. Que decir si solo lo moldean manos ciegas que tantean esperando Dios sabe que en ese mar de cosas? Le espera la muerte o quizás el regreso a donde la porcelana jamás se quiebra, intacta, sola.
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