martes, 30 de septiembre de 2014

La taza de té

Con los ojos cerrados
los hermanos, sentidos, se extasían
perciben el máximo, perciben el todo.
El polvo en el fondo de la taza de té, las manos sin querer entrelazadas
y la sorpresa en las bocas atenta.
La espera de saber enreda a algunos,
despierta a otros y enjaula al torpe
que no puede ver sin ver.

El polvo en el fondo de la taza de té, inmóvil por siglos cuenta las historias del desuso y del olvido. Cuando el recuerdo se hizo presente por necesidad y se sintió herido. Que decir si solo lo moldean manos ciegas que tantean esperando Dios sabe que en ese mar de cosas? Le espera la muerte o quizás el regreso a donde la porcelana jamás se quiebra, intacta, sola.  

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