martes, 13 de noviembre de 2012
El segundo del cuarto
La postura incómoda no fue suficiente para levantarlo de la cama. Tampoco el deber de ir a su entrevista para conseguir de una buena vez el empleo, pero el ruido que se iba a acercando de a poco fue suficiente; giró la cabeza, atemorizado, y al no ver a nadie se relajó. Volvió a hundir la cabeza en su almohada y sus ojos en los párpados. El sueño se había marchado por completo, es por eso que comenzó a utilizar su mente para imaginarse las grandes cantidades de dinero que podría ganar. Enérgico repentinamente, decidió escapar de sus ojos cerrados, se incorporó hasta que hubieran sonado todos los huesos de su espalda, y arrastró la frazada que llevaba encima fuera de su cuerpo. De repente, el ruido abrupto se volvía a acercar. Fue entonces que miró para todos lados, pero ya era tarde cuando encajó su mirada exactamente en el lugar donde se formaba el ruido cada vez más alto; la aguja del reloj, con un sólo golpe y en cuestión de un segundo, acabó por matarlo.
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