En la casa de los gusanos superficialmente todo es un baboso revoltijo rosado. Se ocultan en la tierra y desde lo más profundo de ella sacan su sustento. Saben que si llegan a ver la luz es porque se les rompió el techo, quizás por esas cosas que a uno le vuelan la cabeza. La mayor parte del tiempo no los entiendo, están en la suya pero son parte de mí. Quizás sean un tanto vulnerables a estímulos externos. A aquellas personas que quieren poner sus manos en ella les exijo que se alejen de una vez de mis teorías y pensamientos ¡Dejen en paz a mis gusanos de plastilina!
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