Llegó la hora, es tiempo de que te despojes de tu ropa, de
tu piel, de tu mismo.
Que saques afuera tus pecados, tus impurezas, tu alma.
Que te muestres tal cual sos ante él,
que tengas valentía, que no te avergüence.
“Estás tan acostumbrado a mentir y a rezar” te repite tu
conciencia, y cuando menos te lo esperas te encuentras ardiendo en la llama de tu mirada.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario