sábado, 23 de noviembre de 2013

En sus manos


Y ahí estaba él, en la esquina, entre todos los peatones que iban de un lado a otro en su apuro de vivir. Se encontraba sentado, sus rodillas estaban plegadas contra su pecho, su corazón sobresalía a través de su camiseta, al igual que sus costillas.
Finalmente se rindió, desde su aspecto hasta el más íntimo de sus pensamientos lo apartaban de aquellos seres ciegos de felicidad. Se adentro en el único lugar en el que parecía ser aceptado... en sí mismo. Alzó sus manos hacia su rostro y cubrió sus ojos. Y aunque lo que podían apreciar sus pupilas se redujo a oscuridad, una proyección de recuerdos se reprodujo en su mente.
Porque en sus manos pudo sentir las heridas que el tiempo había cerrado pero no había logrado olvidar, el temblor de sus dedos a causa de un temor que buscaba ocultar, la aspereza y rugosidad provocada por el trabajo a pesar de su temprana edad. Esas manos que habían sostenido cada una de las estrellas, las habían palpado y devuelto a su lugar sin entusiasmo alguno. Sueños sin techo y sin ilusión.
Testigos del robo de una vida, ambas manos se deslizaron, él ya no sentía dolor, ya no tocaba el suelo, solo presenciaba desde arriba a un cuerpo sin vida. Así se fue elevando con cada suspiro, regresando a donde realmente pertenecía.

No hay comentarios.: