miércoles, 20 de noviembre de 2013

Rutina

Con su saco y su portafolio, limpio y listo para su aventura matutina, atravesó el enorme rectángulo de madera y salió. Como todas las mañanas, observó su reloj, siempre un minuto adelantado, marcaba las seis y un minuto.Entró a la máquina de metal, cargada de personas, fabricadora de dinero y humo, conducidas por un cerebro y parada sobre el cemento. Depositó 4 monedas infinitas hasta que un pedazo de papel fue expulsado. Se sentó en una masa uniforme de plástico, pensó sobre cual movimiento fue el que tuvo que generar el motor para su traslado. "Corrientes" se leía en el cartel. Arriba, abajo, así de simple fue llegar. Abajo, arriba, así de difícil volver.

   
                                                  Violeta Goldfeder (20/11/2013)

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