La ciudad hierve, las calles se derriten. La promesa de una lluvia parece fría y distante, pero no deja de ilusionar a más de una persona. La vida se detiene un instante pero nadie se da cuenta. La ciudad simula un infierno y aquellos ingenuos no saben cuando parar de mentir, no saben lo que provocan. Luego de un tiempo todos vuelven a salir, deben cumplir sus obligaciones. La rutina vuelve a nacer, nada los puede parar, son invencibles ante el medio.
El cielo se nubla en sus ojos, no se distingue si es realidad o sólo una ilusión. Creen haber visto un relámpago, pero yo no vi nada. No puedo confiar un grupo de enfermos. Ahora se tapan los oídos, un trueno ficticio los acaba de aturdir. No quiero ser parte de esto, yo soy capáz de seguir mis propios pensamientos y de distinguir un sueño de una realidad.
Una vez más, una simple ilusión creída y aceptada por muchos, resulta ser mentira. Una vez más, la sociedad contrae esta enfermedad.
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